Reseña de cine: Caída libre

Publicado: 21/05/2024 en 2024 de cine, Cine, Opinión, Reseñas
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Durante los primeros diez o quince minutos de proyección de Caída libre, no pude evitar pensar inmediatamente en el muy recomendable documental Over the Limit, de Marta Prus, que sigue a la gimnasta rusa Margarita Mamun y nos narra la presión física y mental a la que se ve sometida para conseguir los resultados que se esperan de ella. El motivo de haber pensado en dicho documental no se limitaba únicamente a que ambas cintas compartan como tema el mundo de la gimnasia rítmica, sino a que Belén Rueda parece haber estudiado Over the Limit, o al menos a la malvadísima y muy real Irina Viner, para desarrollar a Marisol, la exgimnasta y entrenadora a la que interpreta en la película.

Esta Marisol es un personaje a ratos complejo y a ratos unidimensional absolutamente obsesionado por la victoria y el control cuyos buenos momentos en pantalla se deben más a la interpretación de Rueda que al guion de la película. Y como todo el largometraje gira en torno a Marisol y todos los demás personajes prácticamente quedan definidos por su relación con ella, todo lo que funciona o no en el guion respecto a ella acaba determinando las bondades y debilidades de la cinta. Pensándolo ahora, al ponerme a escribir esta reseña, el recuerdo de la película me dice que hay muy pocos momentos de la película en los que haya personajes interactuando de algún modo sin la presencia de Marisol, no sólo en espíritu sino también física las más de las veces. A excepción de contadas pinceladas, todo lo que sabemos de los demás personajes se nos muestra desde la óptica de la entrenadora o bajo su influjo directo o indirecto.

Pero bueno, antes de meterme más con en lo que me ha parecido el guion de la película y el desarrollo de la protagonista, os dejo el tráiler por si le queréis echar un ojo y seguimos después del salto.

Empecemos por lo bueno. La película no termina de funcionar ni como thriller o película de suspense e intriga sobre las acciones e idas de olla de una señora claramente perturbada ni como una cinta social que aborde la exigencia de unas niñas y chicas jóvenes y todo lo que gira en torno a ellas; la razón es que se queda a medio gas en ambas vertientes y acaba siendo más una especie de melodrama o culebrón. ¿Y eso era lo bueno? Pues sí, porque precisamente sus tintes de culebrón hacen que se mantenga más el interés (lo que es el salseo de toda la vida de ver por dónde va a salir Marisol o qué va a hacer) frente a escenas que habrían precisado de un guion mucho más sólido y/o de una dirección más centrada para poder cumplir como uno de los géneros mencionados al principio del párrafo.

Buena también es la interpretación de Belén Rueda, que incluso, sea por casualidad o por habilidad de la actriz, sabe pasarse de rosca en las partes más culebronianas. Como ya he dicho, imagino que habrá estudiado bastante a la señora Viner (si no lo ha hecho, más mérito aún), y su Marisol es el prototipo de entrenadora Rottermeier obsesionada por volver a vivir el éxito de sus tiempos de gimnasta activa a la vez que controla y trata de dirigir a su gusto a cuantos la rodean, desde su ayudante a sus pupilas, pasando por su (infiel) marido.

No obstante, y aquí viene lo peor de la película, cuando el guion decide querer redimirla, el cambio es excesivamente abrupto, por mucho que se acompañe de un accidente. Durante dos tercios de proyección hemos asistido al acoso, violencia física y verbal y manipulación de una señora cuya exigencia es infinita y que demuestra ser incapaz de manejar con su vida cuando las partes que la componen empiezan a escurrírsele entre los dedos. En todo ese tiempo, tan sólo hay un momento en el que parece sentir preocupación genuina por otra persona y tiene una reacción humana y compasiva, por breve que sea. Por eso resulta tan brusco el giro redentor, con simbólica transformación cosmética incluida. En ningún momento hemos visto que esté pugnando consigo misma ni gestos que puedan indicar leves movimientos en una dirección distinta a la mostrada, por lo que el cambio se antoja forzado y brusco; el tramo final de la película adopta un tono completamente distinto que, a mi juicio, desbarata todo lo anterior para buscar si no un final feliz como tal, sí al menos uno de esperanza por el alma de Marisol.

Con todo, las escenas de gimnasia están bien rodadas, sobre todo para los legos en la materia como yo (aunque estoy muy bien asesorado por la exgimnasta que me acompañó al pase). Me descubro ante Maria Netavrovana, gimnasta ucraniana real que debuta ante las cámaras y realiza un muy buen papel en un idioma que no es el suyo. Teniendo en cuenta que es el personaje con más tiempo en pantalla después del de Belén Rueda, no se arredra ante el reto y da bien la réplica pese a su falta de experiencia. Por eso quizás se echa en falta algo más de tiempo dedicado a la deportista y a su vida en el centro de alto rendimiento, lo cual podría haber dado otra dimensión a la película y permitido al espectador descansar un poco de la intensidad de Marisol.

Por otro lado, tenemos la trama «amorosa» del film, con un marido infiel, una amante embarazada y algunas de las escenas más artificiosas de la película, con planos de opereta y una trama apenas hilvanada, principalmente debido a lo poco que sabemos de los personajes que no son Marisol, y que se sostiene únicamente en base a la obsesión pura de ésta. El marido se presenta como un hábil engañador capaz de haber mantenido una aventura durante bastante tiempo sin que lo sepa su mujer, pero al mismo tiempo también aparece como un calzonazos semicastrado en una sonrojante escena en la que sucumbe a su esposa, pero luego no. Al igual que con las partes de gimnasia, esta trama adolece de falta de profundidad por cuanto todo es desde el punto de vista de Marisol, pero la obsesión de ésta la acaba convirtiendo en una telenovela.

En definitiva, me ha parecido una película que tiende a lo fallido, pues navega entre dos aguas en cuanto a lo que quiere contar y cómo lo quiere contar, y las partes malas o poco conseguidas acaban eclipsando a las buenas e interesantes. Le falta un empaque y una definición que sí he visto en numerosas películas, europeas o no, de las que nos ponían en el cineclub municipal y es por eso que salí del cine con la sensación agridulce de que tenía potencial para bastante más de lo que acaba siendo pese a las interpretaciones de sus protagonistas. Aun así, me entretuvo bastante cuando dejé de esperar de ella algo que no me iba a dar, al menos hasta el final del que ya he hablado, y puede tener su público entre quienes quieran algo similar a los telefilms de fin de semana, pero con mejor factura y plantel.

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