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Como estos dos meses han sido un poco batiburrillo y hemos tenido algunos parones y cambios en nuestro patrón de series por motivos personales (y yo no he apuntado nada, como de costumbre, porque soy un desastre), voy a juntarlos en una sola entrada de febrero y marzo, porque no estoy seguro de poder distinguir qué series vimos un mes y qué series vimos otro, la verdad.

En este tiempo hemos acabado las segundas temporadas de Auga Seca y de Bosch: Legacy, series de las que ya hablé en la entrada anterior. En el primer caso, su segunda es también su última temporada, ya que cierra todas las tramas y finaliza la historia. Hasta cierto punto, la cosa no daba para dos temporadas, y sufre el tan habitual mal de las series de estos lares de tener que estirar una trama principal cuando ya está todo el pescado vendido. Las tramas secundarias terminan por ser casi inexistentes, con personajes que pasan de salir bastante a desaparecer durante episodios y otros que empiezan a tomar decisiones absurdas que son incapaces de justificar. ¿Creo que es una serie mala? No, claro. O al menos no lo es si la comparo con series que sí que considero malas (Desaparecidos, que es el listón ínfimo con el que comparo cualquier serie). Pero tampoco es ninguna maravilla a poco que te fijes en los detalles (y, a veces, sin fijarte), por lo que no puedo recomendarla frente a series policíacas mucho mejores. Aun así, puede tener su público entre los aficionados a series policíacas españolas del mismo estilo. Si queréis echarle un ojo, la tenéis en HBO.

Bosch: Legacy ya es otro cantar, y su segunda temporada me ha gustado mucho más de lo que lo hizo la primera, de la que ya dije que me pareció inferior a la serie original. Aunque las tramas siguen sin llegar a la altura de las de Bosch, aquí ha habido menos «Harry Bosch, agente secreto superespía» y algo más de investigación a la vieja usanza, interconexión de tramas y personajes y todo eso. La producción sigue siendo excelente, el elenco actúa muy bien y los guiones están lo suficientemente cuidados como para que haya pocas cosas que te puedan llamar la atención. Si veis ésta y Auga Seca, creo que resultaría imposible no darse cuenta de las diferencias. Y voy más allá del presupuesto y los valores de producción, porque lógicamente juegan en ligas diferentes. Me refiero a la atención a los detalles en cuanto a los tiempos y las ubicaciones, al cuidado del desarrollo del argumento y las tramas o al equilibrio en cuanto al uso de los personajes. También es cierto que la ventaja de ver series de calidades diversas es que acabas apreciando más y mejor todo lo que se hace bien en una producción, claro. Pero bueno, que si os interesa poneros a ver Bosch (recomendadísima sin el menor reparo) o su continuación Bosch: Legacy, las tenéis en Prime Video.

Por otro lado, los lunes hemos retomado Fantasmas, una comedia británica sobre una chica que se muda con su pareja a la mansión que ha heredado por una completa carambola y que, tras un pequeño percance, descubre que puede ver y hablar con los fantasmas que viven en la casa. Son capítulos cortos, aunque supongo que es un adjetivo fruto de las duraciones de la mayoría de series, porque en realidad debería decir que son capítulos estándar para una comedia. Tenéis la serie británica original y su versión estadounidense en la misma plataforma (Movistar), pero desconozco cómo es la yanqui. Desde luego, la original es tremendamente divertida, y las tres temporadas que hemos visto siguen encontrando formas de no resultar repetitivas. Las personalidades de los fantasmas, procedentes de distintas épocas, están muy bien definidas, y la forma de ir contándonos sus historias, junto con las andanzas de la pareja protagonista en su nueva mansión, proporcionan material suficiente para tramas episódicas y recurrentes. Si no la conocéis, dadle una oportunidad, porque su humor me parece algo más accesible que lo que solemos entender por humor británico. Eso sí, si no sois del club de la VO, probadla al menos con Fantasmas, porque el trabajo de los actores con sus personajes es de antología.

Sin dejar las comedias, aunque ésta con algo más de contenido social y algunos toques dramáticos, seguimos con Upload, en Prime Video, que me sigue pareciendo estupenda, y cada vez más. Aunque parece que toda la parte virtual se va quedando agotada, el final de la primera temporada y el comienzo de la segunda han traído unos cuantos giros que unen más que nunca el mundo real con el virtual, y los personajes están cada vez más interconectados. La parte de comedia mantiene la solidez que aprecié en sus primeros episodios, pero va siendo menos de risotada y actuando más de fondo, dejando sitio a líneas argumentales más serias, pero que también tienen momentos muy cómicos, para armar una serie bastante completa. Y si lo que queréis es comedia de reír, también hemos continuado Parks and Recreation, en HBO (aunque creo que está en más plataformas), la cual sigue la trayectoria de The Office en el sentido de que avanzar por sus temporadas perfila cada vez más a sus personajes, de manera que tanto las historias como el humor cogen velocidad de crucero. Habrá que ver si las últimas temporadas bajan un poco la calidad (o el humor), como me pareció que le ocurría a su pariente de Scranton, pero me sigue pareciendo más que recomendable.

Por supuesto, hemos acabado Line of Duty antes de que desapareciera de RTVE (lo que significa que sus temporadas ya no están disponibles en ninguna plataforma que pueda querer tener alguien de bien). Lamento tener que deciros que, si no la habéis visto y ninguna plataforma recupera sus derechos, os habéis perdido una de las mejores series policíacas que he visto (recalco el «que he visto», porque obviamente no las he visto todas, y hay mucha comprensión lectora deficiente por ahí). Es absolutamente maravilloso cómo una serie puede darles tantísima entidad propia a todas sus temporadas, de forma que cada una de las seis funciona muy bien por separado; sin embargo, a la vez se teje una trama-río que recorre de la primera a la última temporada, de modo que cada una de ellas es un capítulo de la metatemporada que resulta ser la serie en sí. La repetición de estructuras y recursos está tan bien hecha que, en lugar de resultar llamativa, se convierte en algo familiar que esperas con ganas y que incluso echas de menos si no se produce. Ya sean las frases del superintendente Hastings, desde su exasperado «God give me strength» hasta sus peculiares «Now we’re sucking diesel!» o «Jesus, Mary and Joseph and the wee donkey», el pitido de las grabaciones o los interrogatorios con abundancia de pruebas de todo tipo y que se desarrollan como sacados de un juicio de Phoenix Wright, con pruebas aplastantes que de pronto se vienen abajo o acusados que van pasando por toda la gama de emociones a medida que salen datos a relucir. No puedo decir suficientes cosas buenas, y podría resumir mi opinión en que es una de esas series que, a medida que se acababa, no podía dejar de pensar lo mucho que iba a echar de menos sentarme a verla.

Por último, hemos empezado Tulsa King en Sky Showtime, una serie creada por el señor Taylor Sheridan que, aunque parezca imposible siendo suya, no es un western, sino de mafiosos. Bueno, pero está ambientada en Tulsa y… vale, que a lo mejor un poco western sí que es, pero lógicamente mucho menos que sus otras series de la plataforma. En Tulsa King, Sylvester Stallone interpreta a Dwight Manfredi, un capo de la mafia neoyorquina que es «exiliado» a Tulsa, tierra virgen para el negocio mafioso, tras salir de la cárcel después de sopotocientos años y no tener lugar en el engranaje de su familia mafiosa actual. Tiene un tono de comedia bastante acusado y que funciona muy bien, con un Stallone disfrutando como un enano con su papel y al que le dan espacio para mostrar que también sabe actuar aunque muchos crean que no. Pensé que iba a ser una serie entretenida sin más y me ha sorprendido mucho y para bien desde el primer capítulo, así que de momento también la puedo recomendar. Entretenida es un rato, el humor está muy bien llevado y las partes de acción también funcionan fenomenal, ¿qué más se le puede pedir?

Para acabar, porque el «por último» del párrafo anterior en realidad se refería a las series del cuadrante, en este tiempo me he visto la segunda temporada de Halo, también en Sky Showtime. La mencioné medio de pasada en mi repaso al 2023 de series, y me ha alegrado un montón que la segunda temporada me haya gustado mucho más que la primera en casi todos los aspectos. El ritmo es muchísimo más dinámico, la pelma insoportable sale mucho menos (aunque parece que va a volver a salir más…), hay más acción, aprovechan más y mejor todo el universo de la saga y los cimientos que sentaron en la primera temporada han dado lugar a una historia propia que no sigue exactamente la del videojuego, pero que también funciona muy bien. Encima ya tenemos en acción al tercer bando en discordia y la temporada acaba con la presentación en pantalla de cierto personaje culpable que presagia cosas aún mejores. Sí, señor, igual que pasó con la segunda temporada de La rueda del tiempo, la segunda temporada de Halo mejora sustancialmente la anterior y, a mí al menos, me ha dejado con ganas de ver si siguen haciéndolo igual de bien o mejor en la tercera.

Creo que no he contado esto antes en el blog, pero aquí seguimos viendo las series a la manera tradicional en lugar de darnos atracones como se estila ahora. Aunque la televisión lineal siga emitiendo cada cosa un día concreto (salvo cambios de programación), si le hablas o preguntas a alguien sobre las series que ve, la asociación mental inmediata es a lo que esté consumiendo en su plataforma de referencia, e incluso en muchas ocasiones, debido a las horas de emisión, las series de la tele tradicional se acaban viendo bajo demanda en su plataforma correspondiente. En mi caso, me gusta más tener varias series empezadas y seguir teniendo que esperar de semana en semana antes que coger una serie y verla en plan empacho, incluso dos o tres episodios el mismo día, y que al mes siguiente ni sepas lo que has visto. Por eso hemos establecido un calendario que fija qué serie se ve cada día «laborable» a la hora de la comida, y para las noches se queda una única serie todos los días (series de numerosas temporadas normalmente), que se puede sustituir también por una película. Se entiende el sistema, ¿no?

La explicación anterior es para aclarar por qué en esta entrada «mensual» no voy a valorar series o temporadas como hago con mis lecturas o con las películas, pues en un mismo mes solamente habremos visto un puñado de episodios de cada serie (salvo que hayamos metido algún capítulo extra en fin de semana, ya que esos días no tienen serie definida). Por lo tanto, quiero contar un poco qué he visto y qué me está pareciendo, sin ceñirme a mi formato de reseñas habitual.

Los lunes empezamos a ver This England, la serie que vendieron principalmente a lomos de la caracterización de Kenneth Branagh como Boris Johnson, ese primer ministro británico de indómito pelo rubio que lidió con la epidemia de la COVID-19 en su país recién consumado el Brexit. Antes de empezar a verla, pensé que se iba a centrar mucho más en la figura de Johnson, pero me sorprendió gratamente ver que, si bien sigue siendo el eje en torno al cual giran los acontecimientos, la serie adopta una perspectiva mucho más amplia, dedicando su atención a una buena cantidad de personajes, tanto públicos como anónimos. Hasta donde llegamos en enero, los hospitales y residencias de ancianos van copando cada vez más metraje en relación al 10 de Downing Street, y se cargan bastante las tintas en cuanto a la carga (melo)dramática. En cualquier caso, la producción está muy cuidada en todos sus aspectos, desde la ambientación y puesta en escena hasta las interpretaciones así que, a la espera de ver cómo termina, la considero una agradable sorpresa. Eso sí, hay momentos en los que parece que estás viendo más un documental que una serie de ficción con la cantidad de datos que aportan. (más…)