The Headlock of Destiny – Wrestling y fantasía

Portada del libro

Aunque ya no escriba por aquí de ello, sigo viendo lucha libre (o wrestling, según la edad de cada uno) de forma semirregular y comentando cosas ocasionalmente con mi antiguo coordinador de traducciones para cierta empresa de juegos (y mejor persona, cosa que no digo en absoluto porque pueda leer esto ni nada). Precisamente fue él quien, en junio de 2021, me descubrió la existencia de este libro. ¿Fantasía y lucha libre? ¡Cómo no me lo iba a comprar! Las reseñas y puntuaciones que había en Goodreads y en otros sitios estaban bastante bien, pero claro…, ya sabemos todos que los aficionados de verdad a algo no suelen tener término medio a la hora de puntuar cosas relacionadas con el objeto de su afición. O piensan que es lo mejor que se ha hecho nunca y lo consideran su libro/película/serie/juego favorito de todos los tiempos o bien despotrican y gritan a los cuatro vientos que cómo se atreven a pergeñar semejante atropello, que menudo truño infecto y patatín patatán.

El caso, que tampoco lo adquirí con unas expectativas demasiado altas, no fuera a resultar un desastre en forma y fondo (pensando, eso sí, que jamás llegaría a los abismos de podredumbre que es El día que se perdió la cordura), y me conformaba con pasar un buen rato descubriendo guiños y viendo qué había hecho el autor para sacar adelante la mezcla. Cuando me llegó el libro, fue a parar a una pila de lectura y, merced a su temática, logró colarse en varias ocasiones para subir puestos, hasta que por fin lo empecé en febrero del 22 (y no se puede quejar, que hay lecturas que llevan mucho más tiempo esperando turno, las pobres). Una vez terminado y disfrutado, me ha apetecido dedicarle una reseña, porque lo mismo la lee alguien que desconoce su existencia y le hago un favor y todo. Ea, vamos al turrón.

Título: The Headlock of Destiny
Páginas: 294     Precio: Variable
Autor: Samuel Gately
Editorial: Cylinder Publishing
Valoración: Muy recomendable

Antes de nada, pongamos las cartas sobre la mesa para que nadie se lleve a engaño: el libro no reinventa ni innova nada en el género fantástico ni tampoco lo pretende. No se trata de uno de esos libros que te dejan con el culo torcido en virtud de los giros de la trama ni con personajes que subvierten los corsés de la fantasía en cuestión de roles. Es un libro eminentemente entretenido que se divierte creando un mundo fantástico en el que el wrestling tiene un importante papel, no sólo para entretener al pueblo, sino como arma política y territorial en torno a la cual las naciones urden sus intrigas y alianzas.

Sin meterse en grandes profundidades, pero al mismo tiempo sin dejar al lector falto de información, el autor nos presenta a los titanes y su rol en el mundo, nos cuenta cómo se organiza éste, nos da algunas pinceladas del resto de razas y crea una historia muy bien armada. Precisamente porque no trata de darle al libro unas ínfulas que requerirían de mayor prolijidad (en todas sus acepciones) y proporciona una lectura ágil e interesante, escapa de la trampa en la que caen muchos escritores con buenas ideas no del todo bien desarrolladas por exceso de ambición.

En ningún momento he tenido la sensación de que me faltaba información por carencia de la historia o por ocultación manifiesta en pos de un pretendido misterio, sino todo lo contrario. La forma en la que va desarrollando el libro Samuel Gately evita abrumar al lector con excesivos datos de eso que ahora llaman trasfondo, e incluso los momentos de mayor exposición sobre el mundo o su historia no resultan áridos. De igual modo, tampoco cae en descripciones excesivamente largas o detalladas de paisajes, lugares o personajes, al menos de una sola sentada, cosa que yo personalmente agradezco mucho, aunque para otras personas puede ser un punto negativo.

Volviendo a lo que mencionaba al principio, el esqueleto de la novela reposa sobre elementos muy habituales, pero no por ello menos eficaces: un protagonista que emprende el camino del héroe muy a su pesar y cuyo desconocimiento de prácticamente cuanto encuentra lo identifica con el lector, que lo descubre a la vez que él; un personaje secundario misterioso que apoya al protagonista, aunque sin que parezca que lo ayuda abierta y directamente, porque trabaja entre bambalinas; antagonistas malísimos y despreciables sin la menor cualidad redentora con la que empatizar; trama de progreso con obstáculos de dificultad creciente y de los que el protagonista obtiene recursos en forma de aliados, habilidades, etc. En definitiva, una novela de fantasía clásica que, en mi opinión, está bien escrita y cumple perfectamente con su cometido de hacer pasar un buen rato al lector, tanto en sus pasajes más humorísticos, que los hay, como en los de mayor acción.

A ver qué tal la secuela…

Venga, que ya llego a lo de la lucha libre, que es lo que obviamente me hizo comprar el libro frente a las docenas de publicaciones de fantasía que salen cada año. Si nunca has visto wrestling o si tienes un conocimiento somero y reciente del mundillo, te perderás el juego de tratar de identificar en qué luchadores (mayormente de los 80 y 90) se inspiran los titanes, así como las referencias a movimientos y situaciones típicas de los combates; esto, como es lógico, puede restarle puntos a tu disfrute del libro frente a cómo lo va a leer alguien que vaya muy a favor de obra, por lo que puedes considerarlo un libro de fantasía sin más. Los demás creo que se lo pasarán muy bien con el gran trabajo que ha realizado el autor para incorporar a su obra elementos de la mitología del entretenimiento deportivo sin que éstos chirríen. No me ha parecido que haya nada insertado en el libro simplemente porque sí, porque el escritor ha querido meter con calzador cuantas más referencias mejor, ni éstas son tan tan obvias como para que los titanes sean meros trasuntos de un luchador concreto, trasladado al papel tal cual. En cada caso, el perfil de los titanes combina la inspiración real del o los luchadores de los que bebe con los elementos propios de ese titán en función de su proveniencia y personalidad, lo que contribuye también a construir mejor el mundo de la novela. Aplaudo por tanto la contención del señor Gately en este aspecto, porque pocas cosas me parecen tan estomagantes como una obra hecha «por fans, para fans» que busca constantemente el «*codo, codo*, *guiño, guiño*» que adornan tantas obras de distintos medios en los últimos años.

Ahora resta por ver si la secuela ya publicada mantiene el buen hacer en su camino hacia esas «Guerras de titanes» que aparecen en las portadas. Mi mayor duda, una vez leído el primer libro y sabiendo hacia dónde se dirige, es si seguirá manteniendo la ambientación luchística o, si por el contrario, derivará hacia una fantasía más genérica donde los elementos de wrestling se limiten casi en exclusiva a los personajes y sus técnicas de combate. Si en este primer libro hay una «federación», un torneo y combates en el ring, en el segundo se antoja más complicado a priori que puedan aparecer sin que parezcan forzados; sin embargo, el buen hacer del autor le ha hecho merecedor de un voto de confianza por mi parte. Esperemos que no defraude.