Reseña: Daphne Byrne 1-6

Publicado: 11/09/2020 en Cómics, DC Cómics, Opinión, Reseñas
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El sello Black Label surgió como un paraguas bajo el que englobar diversas miniseries, generalmente en formato prestigio, en las que presentar historias de personajes tradicionales del universo de DC Comics con un contenido más adulto y, en ocasiones, con una cierta vuelta de tuerca a la representación tradicional de los mismos. Para entendernos, un poco como crear un Vertigo dentro del universo DC principal y meterle una pizca de Elseworlds. Aunque como acaba pasando siempre que un sello tiene éxito, al final se le acaban incorporando subsellos y otros contenidos que no tienen mucho que ver con el propósito original, lo que no quiere decir que sean malos. Para muestra, el sello temporal (pop-up imprint en palabras de la propia DC Comics) House Hill Comics, centrado en el género del terror y con Joe Hill (¿que por qué no usa el apellido de su padre? Pues porque no le hace falta, ¿no has leído «Locke & Key» o «The Fireman»?) poniendo nombre al asunto, guionizando un par de series y llevando las riendas de la dirección del sello.

Esta Daphne Byrne fue la cuarta serie publicada de las cinco originales del sello que fueron saliendo de manera escalonada a partir de octubre de 2019 y cuenta con el equipo artístico de Laura Marks firmando su primer guion en cómic tras pasar con éxito por televisión («Ray Donovan», «The Good Fight») y teatro («Bethany», «Mine») y Kelley Jones al dibujo en el género por el que es más conocido («Batman: Red Rain», «Deadman», «The Sandman»). Su argumento nos sitúa en el Nueva York de finales del siglo XIX y entrelaza una trama sobrenatural en la que la protagonista titular de la serie comienza a «ver» cosas y traba contacto con un «hermano» y otra más mundana en la que su madre, viuda desconsolada, acude a una médium para seguir pudiendo hablar con su difunto esposo.

Título: Daphne Byrne
Guionista: Laura Marks     Dibujante: Kelley Jones
Editorial: DC Comics    Precio: 3,99 $
Valoración: Recomendable con reservas

Innegable lo bien que hace los monstruos este hombre y lo variados que son

Aunque el guion no es la octava maravilla del mundo, sí que demuestra las tablas de Laura Marks y no adolece de los habituales problemas de ritmo que sufren los primerizos en el mundo del cómic. Cuando un escritor se enfrenta a un cómic, especialmente cuando debe escribir una obra por entregas y no un tomo unitario, se ve ante el problema que plantean las habituales 22 páginas mensuales, con sus principios y finales y la necesidad de mantener el interés del lector, además de la obvia imposición de tener que plantear una historia que el dibujante pueda plasmar en viñetas sin que parezca que el chicle se estira o comprime demasiado. En este caso, la acción de la trama está bien dosificada en sus seis intrigas, con giros de guion y revelaciones salpicadas en momentos adecuados y de distinto peso, sin obligarse a epatar in crescendo para no soltar al lector. De este modo, tenemos situaciones que se ven venir, como es lógico en cualquier narración que siga unos ciertos convencionalismos de género, otras algo más sorprendentes, pero bien integradas en el desarrollo de la historia, y otras un poquito más sonrojantes y, a mi modo de ver, metidas con calzador (ese erudito al final…). Aun así, y pese a que está bien construida, creo que la trama peca de falta de ambición. Su mayor problema es que puede hacerte acabar pensando que realmente no aporta nada nuevo y que, por solvente que sea, podría haber dado más de sí.

El arte de Kelley Jones con sus luces y sus sombras

Al dibujo le pasa algo similar, aunque en sentido contrario al guion. Kelley Jones domina su arte y sabe construir atmósferas lúgubres, ambientes asfixiantes, composiciones desasosegantes y seres de ultratumba verdaderamente siniestros… pero a veces se pasa de tuerca y eso le pasa factura cuando la situación es más mundana o tranquila. A lo largo de la obra hay páginas con una magnífica narración con un diseño de personajes perfecto para lo que está contando, pero también otras con encuadres realmente extraños para momentos sin mayor complicación que incluso me hacían volver a leer la página para ver si lo había entendido bien. De los fondos planos e inexistentes de algunas viñetas no voy a hablar, porque eso es cuestión de gustos y ya me disgustaban en el Question de O’Neill y Cowan o cuando los empleaba Byrne (John, sin relación con Daphne), pero no puedo dejar de mencionar los cambios físicos en los personajes, tanto en altura y complexión como en los rostros, que hacen que en muchas ocasiones debas fijarte en el color o tipo de pelo o ropa para asegurarte de quién se trata. Y eso sí es un problema. Más allá de deformar los rostros como hace en momentos de tensión y similares, los cambios de rostro y cuerpo se producen de forma constante y pueden llegar a sacarte de la lectura; no hablo de problemas de proporciones ocasionales o rostros que cambian un poco según el ángulo, sino de que en una determinada página la protagonista parezca llegarle apenas a la cintura a su madre y en otras aparente una altura evidentemente mayor, o que creas que ha entrado otro personaje en escena porque la cara no es la de la viñeta anterior cuando en realidad se trata de la misma señora.

Frente al resto de propuestas tebeísticas del sello Hill House Comics, que pueden atraer a un público más amplio por sus planteamientos o ambición, ésta es probablemente la más clásica en todos sus aspectos, y por tanto quizá la más arriesgada, por paradójico que esto pueda parecer. Se trata de un cómic de espíritus, fantasmas, demonios y posesiones (¿o no?) a cargo de un equipo artístico de sobrada solidez, aunque con los peros que ya les he puesto, que puede gustar a los amantes de un cierto tipo de historias de terror que también quieran ahondar en las lecturas sociales y psicológicas que pueden hacerse de este tebeo.

comentarios
  1. […] hice una extensa reseña de uno de los cómics de terror del sello Hill House Comics (Dahpne Byrne, aquí), voy a aprovechar la cercanía de Halloween para añadir The Dollhouse Family, otra serie del […]

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